POESÍA
Llegó la niña de mis sueños
la alegría de mis sentidos.
Yo nunca tuve una hija
y por fin vi mi sueño cumplido.
Con la alegría de mi niña
llené mi tiempo vacío
se quiere tanto a los nietos
que es difícil definirlo.
Gracias por llegar a mi
para alegrarme la vida
y para hacerme feliz.
la alegría de mis sentidos.
Yo nunca tuve una hija
y por fin vi mi sueño cumplido.
Con la alegría de mi niña
llené mi tiempo vacío
se quiere tanto a los nietos
que es difícil definirlo.
Gracias por llegar a mi
para alegrarme la vida
y para hacerme feliz.
Laura Sánchez González (abuela
de Loli Rodríguez Luque)
CUENTO
María y las mariposas
Erase una vez...
Una niña llamada María. Sus
papás todos los domingos la llevaban al parque. Cerca del parque había un
bosque muy bonito, pero un poco peligroso para los niños.
Los papás de María le decían
siempre que no se alejara mucho y que no entrara en el bosque.
Una tarde cuando María
jugaba en el parque con la arena, se le posó una mariposa en el pie. María se
quedó muy quieta pues la mariposa tenía muchos colores y era muy bonita. Lo que
no esperaba María es que la mariposa le hablara. Abrió mucho los ojos cuando la
mariposa le preguntó...
_¿Cómo te llamas?, ¿Te
gustaría jugar?, ¿Te gusta el escondite?
María asombrada le contestó
_Sí, mucho.
Y la mariposa le invitó a
jugar con ella.
Mientras jugaban María y la
mariposa sin darse cuenta, entraron en el bosque y jugando, jugando... María se
dio cuenta que estaba perdida. Sus ojos se llenaron de lágrimas y la mariposa
al verla le dijo:
_No tengas miedo María, voy
a buscar ayuda. No te muevas de aquí.
La mariposa voló en busca de
todas sus amigas mariposas. Entre todas hicieron una nube de colores
increíbles... Todas volaban sobre María.
María empezó a caminar
guiada por las mariposas de colores.
Sus papás que ya estaban
preocupados, vieron a lo lejos una inmensa nube de colores. Lo que no sabían
era que María venía debajo de esa nube.
Se acercaron, y sorprendidos,
vieron cómo María salía del bosque acompañada, sana y salva con sus amigas las
mariposas.
_¡Papá, papá!
_¡Mamá, Mamá!... Las
mariposas me han ayudado a salir del bosque. Jugando sin darme cuenta me perdí.
Lo siento Papá.
Sus papás no la regañaron
pero le advirtieron del peligro que podía haber corrido.
María entendió a sus padres
y prometió no alejarse nunca más y que jugaría con sus amigas las mariposas
siempre cerca de ellos.
En ese momento todas las
mariposas revoloteaban alrededor de María, se despidieron de ella y María quedó
muy contenta y feliz por sus nuevas amigas: las mariposas.
(abuela de Saray
Romero)
ANÉCDOTA
Soy Cristina, abuela de
Sandro, pero todos mis nietos me llaman "Beba".
A Sandro le gusta que le
cuente anécdotas o aventuras de cuando yo era pequeña, y hemos elegido una, que
a él le divierte mucho, para compartirla con vosotros.
Tendría yo la edad de Sandro
cuando fui con mis padres y hermanos a la finca de mis tíos a pasar el día. Mi
hermana Betty, tres años mayor que yo, y mi primo Hugo, siempre estaban
inventando cosas para divertirse, y aquel día decidieron hacer una balsa con
restos de cajas de madera que había en la nave de las herramientas.
A mí, como era pequeña, no
me dejaban andar con el martillo y las puntillas, por lo tanto, yo sólo miraba,
aunque realmente quería participar, pero no perdía detalle de lo que estaban
haciendo.
Cuando la balsa estuvo
terminada, quisieron probar si flotaba y navegaba en un canal que llevaba el
agua de riego a los frutales.
La balsa flotaba, y mi
hermana y mi primo querían un tripulante que subiera a ella, Hugo estaba muy
gordito (pesaba mucho), y Betty no era muy valiente para subirse. Ninguno de
los dos estaba dispuesto a hacerlo. Se miraron sonriendo y a continuación me
miraron a mí.... Era más pequeña y muy delgada, o sea, la adecuada para hacer
de tripulante.
A mí me pareció una idea
estupenda _¡Por fin me dejaban participar del juego!
Rápidamente y ayudada por
ellos me subí a la balsa, pero en cuanto me soltaron sentí que aquello se movía
bajo mis pies, perdí el equilibrio y fui a parar al agua, que por cierto estaba
muy fría porque era invierno.
Por supuesto que Hugo y
Betty me sacaron de inmediato del agua, el canal no era muy profundo. Yo estaba
tan mojada y asustada que ni siquiera lloré.
La riña de mi madre no fue
para mí, se la llevaron Betty y Hugo.
A pesar del susto, guardo un
bonito y gracioso recuerdo de aquella aventura.
Cristina Guerrero Moriconi (Beba, abuela
paterna de Sandro)
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